Solución
a GABRIEL KNIGHT
Día 1
Todo empezó tras una de mis frecuentes pesadillas. Mis
atormentados sueños me presentaban retazos de una historia que no podía
comprender con mis vivencias y recuerdos. Me desperté sobresaltado al
ver la única imagen reconocible: la fachada del edificio donde está
sita la librería St.Georges, mi negocio.
En realidad, se trata de una herencia, con la cual trataba de
sobrevivir (muy a duras penas) mientras trataba de escribir algún
best-seller, con el cual alcanzar fama, gloria... y mucho, mucho
dinero. De paso, su trastienda me ofrecía la posibilidad de tener una
reducida vivienda, papel que compartía con el de mi estudio. Allí me
desperté sobresaltado ese fatídico día en que el curso de mi vida
se desvió para siempre.
Tras entrar en la tienda propiamente dicha, me saludó mi dependienta,
secretaria y ángel de la guardia, de nombre Grace, con su habitual
rosario de reproches. Realmente era el custodio de la poca moral, en
un sentido judeocristiano quiero decir, que me quedaba. Aparte de sus
quejas, me comunicó que tenía algunos mensajes para mí, además por
fin mi grabadora había sido reparada y devuelta. Un breve
interrogatorio sobre los mensajes recibidos me hizo saber que mi dulce
abuela quería que me pasase por la casa donde me crié, para recoger
algunas cosas; que un tal Wolfgang Ritter me había llamado desde
Alemania; y que mi contacto en la policía, el detective Mosely, tenía
unas fotos para mí en comisaría.
Por aquellos tiempos, una serie de crímenes asolaba la ciudad: Nueva
Orleans. La Babilonia del Mississippi amanecía de vez en cuando con
un nuevo cadáver, adornado con parafernalia vudú, por lo que la
prensa amarilla había bautizado los sucesos como "los crímenes
vudú". Simplemente, el tema me interesaba como posible argumento
para una novela. Siempre había aspirado a convertirme en un nuevo
Clive Barker, James Herbert, H.P. Lovecraft o Stephen King.
De hecho, mi interés sobre el tema me había hecho encargar a Grace
una investigación sobre el vudú de Nueva Orleans, que me había
proveído de un par de direcciones donde buscar.
Bien, si Mosely me quería entregar unas fotos, es probable que
tuvieran algo que ver con estos sucesos. Decidí proveerme
adecuadamente, y abrí la caja registradora para coger algo de dinero.
Grace me hubiera degollado si lo hacía, pero afortunadamente pude
llevarme un boleto de descuento en mi tienda (no suelen estar muy
solicitados). Tomé prestadas también unas pinzas y una lupa de Grace
que estaban sobre la mesa del centro de la librería. Mi pequeño
equipo de detective. De paso eché un vistazo al diario.
Antes de salir, empero, el nombre Ritter golpeó mi cabeza. Eché un
vistazo a los libros de poesía alemana heredados del difunto abuelo.
¿HEINZ Ritter? ¡Bueno, no se trata de WOLFGANG! Lo cual hubiese sido
harto extraño.
En la Comisaría, hablé con el sargento del mostrador, un devorador
de "beignets" y otras delicias de la cocina criolla. Tales
pecados los purgaba con una obesidad más que incipiente. Tras
mencionarle el tema de las fotos y concluir nuestra conversación, que
cabría calificar de no muy amistosa, me entregó un sobre con las
fotos de las que Mosely me había hablado. Efectivamente, tras abrirlo
comprobé que una de ellas mostraba un cadáver con cachivaches vudú.
Me decidí entonces a interrogar a Frick, tal era su nombre, sobre el
asunto de los crímenes vudú. Se mostró tan colaborador conmigo como
lo es, de ordinario, cualquier funcionario en su trato habitual con un
ciudadano corriente (pretendo ser sarcástico) pero se le escapó que
Mosely estaba en la escena del crimen. Bueno, era cuestión de llegar
al lugar antes de que el cadáver se enfriase. Pero Frick no quiso
proporcionar más datos.
Mientras meditaba sobre cómo conseguir la información sobre el
paradero de la escena del crimen, decidí dar un paseo en mi moto
hasta la casa de mi abuela. Allí estuvimos hablando largo y tendido
sobre la familia. ¡Ah, los antepasados, las raíces! De allí saque
la idea de visitar el Cementerio nº 1, donde reposaban los restos
mortales de las familias Knight y Wright, la familia de la abuela.
Tras esta agradable charla subí a curiosear en el desván. Encontré,
y me llevé, el antiguo libro de apuntes del abuelo, lleno de dibujos
y bocetos que revelaban una mente atormentada, o quizás excesivamente
imaginativa... si no fuera que tales dibujos alimentaban una extraña
sensación de reconocimiento en mí, una especie de dejà vú. Sobre
un extraño cofre se aposentaba un más raro aún reloj. Tras
retirarlo, pude abrir el baúl mas nada en él despertó mi interés.
Siguiendo el consejo de mi querida abuela, fui a visitar el
Cementerio, donde mantuve un diálogo ameno con su guardián y
cuidador, Toussaint Gervais. Tras abandonar éste la escena,
mencionando el tema de las extrañas marcas en ciertas tumbas, me
concentré en observas las marcas de ese tipo que estaban grabadas en
la tumba de Marie Laveau, reina vudú en el s.XIX. Recogí el ladrillo
rojo que se había usado para escribirlas, pues nunca se sabe para qué
puede usarse, y anoté en el bloc del abuelo los extraños signos,
pues parecían una especie de alfabeto.
Decidí llegarme al parque de Jackson's Square, para meditar un poco.
Allí un policía montaba guardia al lado de su Harley, mas no podía
acercarme a él lo suficiente como para escuchar los mensajes de
radio, esperando descubrir la localización de la escena del crimen.
Afortunadamente, cerca de allí un mimo, que despertaba las iras de
los paseantes con sus imitaciones, fue manipulado por cierto
novelista, atrayéndolo hacia el policía dejando que lo imitase y lo
siguiese, hasta que se fijó en el guarda y prefirió hacerle a él la
puñeta. Naturalmente, el agente del orden no toleró ser humillado
por un patán con la cara pintada, y emprendió una feroz persecución,
que me proporcionaba una ocasión única para usar su radio y
enterarme de dónde estaba Mosely: cerca del lago.
En la escena del crimen me esperaba Mosely. El cadáver no había sido
aún retirado. Mientras comentábamos este asunto, apareció una
limusina oscura. El cristal de la ventanilla trasera descendió con un
sordo ruido, y apareció por el hueco un rostro femenino, bronceado...
arrebatador. Nuestras miradas se cruzaron y provocaron un estallido de
emociones. Mas el momento pasó, y la limusina se retiró. Mosely me
reveló el nombre de la desconocida: Malia Gedde, miembro de las altas
esferas de N.O. Cupido me hacía mirar muy alto, pero estaba en juego
mi honor como ligón de barba de tres días.
Una vez que la policía se hubo retirado, inicié mi propia
investigación sobre el terreno. Encontré interesantes los rastros de
un dibujo que encontré en la arena, así que hice un boceto de ellos
usando el cuaderno del abuelo. También me llevé un poco de arcilla
de la orilla, sospechando que más tarde me sería de ayuda, pues
nunca se sabe. Luego examine con la lupa por entre las matas y cañas,
hasta encontrar una zona en que la vegetación había sido aplastada
por un peso importante. Allí encontré una escama, probablemente de
serpiente, que retiré con ayuda de las pinzas. Creí llegado el
momento de investigar los antros dedicados al vudú que mencionara
Grace. Mas en la tienda vudú tan sólo obtuve el dudoso placer de
conocer a su propietario, Willy Walker, del que aprendí la curiosa
expresión "cabrit sans cor" al mostrarle la foto del crimen
, y por otro lado me percaté sobre su anuncio de la oferta por
compras de cierto valor; y en el museo nada de nada, puesto que el
jefe, el Dr.John, no estaba presente. Eso sí, aunque no pude
acercarme a la serpiente que mantenían encerrada (interesado
obviamente en sus escamas), comprobé que, pulsando el botón cercano
al pequeño ataúd, que accionaba el mecanismo del extractor, la gran
serpiente mostraba un extraño comportamiento. Más tarde, comprobando
los libros sobre serpientes que tenía en la librería, descubrí que
las serpientes que matan por asfixia (las pitones, boas, anacondas...)
detectan a sus víctimas por las vibraciones y no por el olor o la
vista... interesante.
Decidí darme por satisfecho con mi labor investigadora, y tras
encargar a Grace que buscase datos sobre la despampanante Malia Gedde,
me fui a la cama... a dormir... a tener más pesadillas...
inquietantes.
Día 2
Grace tuvo éxito en sus investigaciones. Entre chismorreos
inútiles, me proporcionó la dirección de Malia. Ahora quedaba para
mis facultades de vividor y mi talento como embaucador de segunda
penetrar en su círculo. Debía pensar en algo. Antes de empezar a
deambular como un perro callejero, leí el diario.
Una visita al museo vudú me permitió conocer al Dr.John. Hombre de
personalidad arrolladora, fuerte, alto... imponente en una palabra.
No, otra palabra le definía mejor: intimidador. Mientras dialogaba
con él, soportando su varonil voz grave y sus aires amenazadores,
matizados por su estilo de hablar, muy académico, recabé información
sobre el vudú en general y el histórico en particular.
Principalmente sobre Marie Laveau.
Negó todo conocimiento sobre los crímenes vudú, y renunció a
proporcionarme detalles sobre las prácticas actuales, aunque me puso
en contacto con Magentia Moonbeam (rayo de luna, bonito nombre).
Tampoco se mostró muy colaborador conmigo cuando le mostré las fotos
ni los códigos de la tumba... aunque noté que me amenazaba
veladamente al aconsejarme no ir mucho al cementerio. Yo no se lo había
mencionado. Tomé nota mental de ello.
Tras abandonar el museo (no pude examinar la serpiente) visité a la
sacerdotisa Moonbeam. Ella me proporcionó más datos sobre el vudú:
sobre la víspera de S.Juan especialmente. Accedió a traducirme los códigos
de la tumba de Marie Laveau, pero me pareció a todas luces que no era
excesivamente experta. Había demasiadas lagunas en su sabiduría. Tal
vez necesitara una fuente de información alternativa. También dejé
para más adelante el tema de su serpiente.
De vuelta a la comisaría, y tras pedir permiso al sargento Frick,
pude hablar con Mosely. Él cree que las pistas en los crímenes que
apuntan al vudú son falsas, puestas para despistar quizás. Adquirí
otros detalles, en extremo sangrientos, sobre esos asesinatos
rituales. Tan sólo mencionaré que a todas las víctimas les faltaba
el corazón, arrancado de su tórax. Para tener más detalles sobre
los crímenes vudú, me dijo que podía consultar el dossier pidiéndolo
a la oficial Franks.
Salí un momento de la oficina para pedirle el tal dossier, mas no me
permitió hacer fotocopias de su contenido. Bien, ya me saldría con
la mía, pero de momento dejé el dossier en su cubeta y volví al
despacho de Mosely.
Tras continuar nuestro diálogo, insinué a Mosely que tal vez fuera
conveniente hacerse unas fotos juntos para el libro. Pero ¿de dónde
íbamos a sacar un fotógrafo? Mosely llamó a Franks. ¡Esta es la mía!,
pensé yo. Así que salí un momento del despacho para
"arreglarme el cabello".
Una vez fuera, recogí el dossier de su cubeta, e hice todas las
fotocopias que quise, tras lo cual lo devolví a la cubeta de Franks.
Luego pensé en un plan para apoderarme de la placa de Mosely, así
que accioné el termostato del aire acondicionado para calentar algo
el ambiente.
De vuelta al despacho, y concluido el tema de las fotos, Mosely,
abrumado por el calor, se quita la chaqueta, donde lleva la placa.
Momento en que le pido café. Para dármelo debe salir fuera del
despacho. Una vez sólo, le quité la placa.
Tras todo esto, y ya salivando con mis planes para la placa de Mosely,
me dirijo a la tienda vudú. Allí soy testimonio casual del diálogo
de Walker con Mdme.Cazaunoux. Ambos muestran cierto dominio de los
temas relacionados con los sortilegios, maldiciones y encantamientos mágicos
vudú. Mas nuevamente, y tras salir la anciana señora, Walker se
niega a compartir sus conocimientos, más allá de decirme que la máscara
de cocodrilo que se muestra en su tienda, Willy Jr., vale 100 dólares.
¡Dios!
Sin más preámbulos, y abandonando la investigación para mi novela,
me dirijo a la Mansión Gedde, ni que decir tiene que con mayúsculas.
Una suntuosa casa, al más puro estilo sureño anterior a la Guerra
Civil Americana, de los tiempos de las plantaciones de algodón
regadas con la sangre y el sudor de los esclavos afroamericanos. Un
pobre desgraciado como yo no tenía oportunidad alguna de penetrar en
los muros de semejante palacio, a menos que usara la astucia.
Tras accionar el picaporte, comprobé estupefacto que la casa también
tenía el tópico mayordomo de acento y maneras inglesas, vanidad
recubierta de buenas maneras y autosuficiencia edulcorada. Si no le
hubiese mostrado la placa de Mosely, nunca habría conseguido acceder
a Malia.
Finalmente, había entrado en el Sancta Sanctorum de los Gedde. Una
biblioteca, adornada con las obras de arte más variadas y... caras
que uno pueda imaginar, que poseía algunos volúmenes únicos y ricos
incunables, se convirtió en el teatro de operaciones de mis manejos
conquistadores. Normalmente, suelo tejer mi tela de araña alrededor
de mis futuras conquistas en lugares algo más sombríos, tugurios de
mala reputación o antros de moda. El cambio de lugar motivó un
cambio de "modus operandi", así que fingí ser Mosely
(conservando mi melena) y con el pretexto de interrogarla sobre el
asesinato del desdichado encontrado cerca del lago, intenté
impresionarla. Pero ella vio entre mis cortinas de humo como si de un
día de verano se tratase, y destruyó mi engañosa fachada.
Derrotado, y escoltado fuera de la mansión por el mayordomo, volví a
mi librería y pedí a Grace que investigara a Mdme Cazaunoux.
Para recuperar la moral, regresé al Cementerio. Hable con el guarda
sobre Marie Laveau y las marcas, que por lo visto aparecían también
en otras tumbas.
Un alto para calmar la sed. La "Casa Napoleón" no es un
local recomendable para los turistas, ni demasiado concurrido de todos
modos. Para pasar el rato hablé durante un rato con el barman. Tras
preguntarle sobre los clientes del bar en general, y más en concreto
sobre Sam, el jugador de ajedrez, descubrí que es un creyente en las
prácticas vudú. Tomé nota mental de ello.
Cerca de allí estaba el parque, así que fui a pasear por el parque.
Un vendedor de frankfurts parecía inmensamente involucrado en la
novela que leía. Tras hablar con él, pactamos un intercambio: mi
vale de descuento, el que saqué de la caja registradora, a cambio de
un perrito caliente. Pero cuando lo tuve en mis manos su aspecto no me
pareció muy apetitoso. Continué el paseo.
Un pintor estaba realizando un cuadro de la catedral. Tras hablar un
rato con él, me comentó que era un estudiante de arquitectura, y por
tanto una persona hábil en el dibujo técnico. Me pregunté si sería
capaz de realizar un dibujo a partir de los bocetos de los extraños
signos vudú que ya tenía: el tomado por mi en la escena del crimen y
los fotocopiados en comisaría. Mas de momento no parecía dispuesto a
colaborar.
Sin embargo, una ráfaga de viento se llevó su trabajo al interior
del jardincillo que enmarcaba la estatua de Jackson en el centro de la
plaza. El enrejado le impidió acercarse al papel, y se alejó
mascullando maldiciones. Me acerqué al pilluelo que bailaba claqué.
Le di el bocadillo que tanto asco me había producido y él,
agradecido, y tras pedírselo, recupera el dibujo del pintor por mi.
Tras devolverle el lienzo al pintor, este accedió a ayudarme. Le hice
entrega de las dos hojas con los dibujos relacionados con el vudú, y
él me prometió entregarme el resultado de sus trabajos al día
siguiente, en la plaza. Le tomé la palabra.
Día 3
Al día siguiente me levanté destrozado como era habitual.
Grace me saludó con su habitual mordacidad, y me hizo entrega de una
hoja de la guía telefónica para que yo mismo "investigase"
Mdme.Cazaunoux. También me informó de que tenía unos mensajes para
mí. Pero eso tuvo que esperar momentáneamente. Bruno, el afeminado
propietario de un puesto de flores cercano, se había mostrado siempre
muy interesado en el cuadro de mi padre, titulado "Tres
serpientes y una calavera" de modo altamente descriptivo, por
cierto. De ordinario, sus peticiones me sacaban de mis casillas, y lo
enviaba a lugares peor olientes que su puesto. Además solía meterse
con mi negocio y mi persona. Pero esta vez accedí a negociar, pues
necesitaba el dinero, y le vendí el cuadro.
Tras la lectura habitual del diario, en que me enteré de que, oh
casualidad astral, en la Universidad de Tulane se iba a dar una
conferencia sobre el vudú, le pedí a Grace que me leyera los
mensajes: Mosely tenía a un sospechoso, al cual me invitaba a
presenciar su interrogatorio, para ayudarme en la investigación para
mi libro; el tal Wolfgang Ritter había vuelto a llamar, diciendo que
era un familiar. Había dejado su número de teléfono.
En el estudio, equipado con la página de la guía telefónica y mi
teléfono particular, comencé mi particular investigación sobre
Mdme.Cazaunoux. Llamé a todos los números de teléfono cuyo
propietario tuviese el mismo apellido. Uno de ellos contestaba con una
voz de vieja, y parecía hablarle paralelamente a mi persona con un
chucho llamado Castro. Insistí sobre este teléfono, pero sin más
resultados. Cuando creía perdida la pista, vi que en la misma hoja
había un anuncio de una tienda de animales. Llamé, y tras dar a
entender que conocía a la anciana señora, y mencionar de pasada a
Castro para reforzar esa idea, accedieron a darme su dirección. Corrí
a visitar a la señora, pero tras usar su picaporte, parecía que tan
devota y anticuada señora no iba a dejar entrar a cualquiera en su
casa. Y menos a mí, que daba vueltas por ahí en Junio en una gran
moto y un abrigo de cuero. Dejé esto para más tarde.
De camino a la comisaría, decidí hacer dos etapas. En la primera, la
tienda de Walker, adquirí la máscara de cocodrilo, y obtuve además
el "lappiage" de "maestro del juego". En la
segunda, me pasé por el parque para recoger del delineante el
resultado de sus trabajos... interesante diseño, sí señor, pero que
no me decía nada.
Lo primero que hizo Mosely tras verme es pedirme cortésmente la
devolución de su placa. Tras lo cual hizo alarde de sus dotes de
interrogador con un camello llamado Crash, un nombre muy interesante.
Desgraciadamente, el sospechoso parecía temer mucho más a sus compañeros
en el delito que a las amenazas legales de Mosely, que tuvo que
desistir, aumentando su frustración el saber que al día siguiente
debería liberarlo, pues no tenía más pruebas y no podía retenerlo.
Una breve visita en Casa Napoleón para intentar recuperar los ánimos
se convirtió en una oportunidad para darle a Sam, el jugador de
ajedrez, el aceite de regalo de la tienda vudú. Gracias a sus poderes
mágicos, o a la autosugestión, Sam fue capaz de derrotar a su
oponente por vez primera. Agradecido, prometió ayudarme cuando la
ocasión se terciara. Visitando el Cementerio para recoger inspiración
, hallé a Malia saliendo del panteón familiar. Naturalmente aproveché
el momento para invitarla a pasar por la librería más tarde, por la
noche... pero salió huyendo, dejándome en la duda de si mis poderes
de persuasión y conquista del género femenino habían fracasado.
Ya en la Universidad de Tulane, asistí a la conferencia, donde el
profesor Hartridge dio una sesuda, profunda, elaborada y académica
lección magistral sobre el vudú, sus orígenes, sus mitos, sus
fetiches. Tal conferencia me sumió en un mar de conocimientos... y en
un sueño nada placentero.
Tras despertar, una vez comprobado que prefería los conocimientos
académicos de Hartridge a los esotéricos de Magentia Moonbeam, por
ser más completos y menos cabalísticos, abrí la puerta del
escenario que me condujo al interior de su despacho.
Primero le mostré la foto del cadáver. Según su entender, los
"adornos" son manifestaciones auténticas del vudú negro.
Desconoce sin embargo la existencia del alfabeto vudú que revelara
Magentia, aunque eso podía achacarse a tratarse de alguna práctica
local o reducida. Pero lo más significativo ocurrió al mostrarle el
diseño realizado por el delineante: a todas luces se trataba de un
vevé auténtico. Quiso estudiarlo más, prometiendo comunicarme sus
hallazgos en cuanto se produjesen.
Un VEVÉ es un dibujo o esquema que identifica a una tribu. Está
formado por un conjunto de diseños, cada uno de los cuales representa
a un LOA o dios vudú, un espíritu que puede ser bueno o malo.
Reforzaba la pista de que tras los asesinatos rituales se hallaba un
culto basado en el vudú
Tras preguntarle por la expresión "cabrit sans cor",
Hartridge me comunicó su significado. Era un término haitiano. En
francés significa "cabra sin cuernos". Pero en este
contexto mágico, ocultista, animista y vuduista quería decir...
sacrificio humano.
Parecía sonreírme la suerte. Había conseguido mucha información,
tanto para mi libro como para la investigación de los crímenes, en
la que me sentía cada vez más involucrado. Malia podía aparecer por
mi humilde morada aquella noche. Me sentía pletórico, así que volví
a la librería, y le pedí que investigara el dibujo del vevé.
Y ya que estaba allí, concebí un plan para acercarme a
Mdme.Cazaunoux. Ya lo digo, parecía inspirado. Tal vez afloraba en mí,
por fin, ese... talento oculto que yo desconocía. En reducidas
cuentas, recogí del lavabo un frasco de brillantina en gel y me dirigí
a la Catedral.
De camino a la Catedral, pasé por el parque. Allí una gitana tenía
instalado un chiringuito para leer la mano y esas cosas. Me acerqué,
curioso. Tras hablar un rato con ella, cuando se puso a danzar el
baile del vientre no tuve más remedio que unirme a ella. Se le cayó
(o acaso lo tirase expresamente) un velo, que recogí para devolvérselo.
(Nota de "El Bárbaro", autor de la solución: ¿dónde se ha visto que un
"aventurero virtual" DEVUELVA alguna cosa? Como dijo el
profeta: "si no está clavado, llévatelo")
Medio
conquistada, accedió a leerme la mano, mas mientras lo hacía... un
extraño suceso acaeció. Como poseída por un espíritu, huyó tan
deprisa como sus piernas se lo permitieron.
Ya en la Catedral, y tras comprobar que el capellán estaba ocupado
confesando y dando absoluciones en el confesionario, penetré en la
sacristía y robé un alzacuellos y una camisa negra. Tras salir de la
Catedral y volver al parque, me reencontré la gitana. Intenté hablar
con ella. Poseída por... ¿algo? me advirtió-amenazó: aléjate de
Malia Gedde.
De nuevo en el portal de Mdme.Cazaunoux, me unté los cabellos con
brillantina y me puse la camisa negra, tras lo que llamé a la puerta
usando la aldaba. Esta vez accedió la anciana señora a dejarme
pasar, al hacerme pasar por sacerdote, y charlar un rato.
El interior de su casa parecía un museo de objetos de culto y
fetiches de todo tipo de supersticiones. Relicarios, imágenes,
crucifijos y un largo etcétera. Un ambiente no muy apropiado para mí,
acostumbrado como estaba a otro tipo de decoración. Inicié el diálogo
con el tema de "cabrit sans cor". Una vez que afirmé que
significaba "cabra sin cuernos" ella me reprochó que no
hablase de su verdadero significado, sacrificio humano.
Parecía que iba por buen camino. La devota señora demostraba estar
versada en costumbres nada criollas. Siguiendo con el tema de los
sacrificios humanos, me habló de que las supuestas reinas vudú
conocidas por todos no eran más que meras tapaderas, señuelos
tendidos para no importunar a las auténticas reinas, las jefes del
hounfour (templo vudú) secreto. Continuando la conversación por ese
tema, llega a hablarnos de un objeto que ella posee, un recuerdo de
familia del cual no se atreve a desprenderse, pero que sin duda es un
objeto demoníaco pues permite acceder sin daño a las ceremonias vudú.
Aunque la vieja parecía una mezcla de feligresa devota y paranoica
atemorizada, podía haber algo de verdad en todo aquello. Tras pedírselo
con la excusa de bendecirlo, resulta ser un brazalete dorado en forma
de serpiente. Con la ayuda de la arcilla recogida de la orilla del
lago, realicé un molde de la susodicha joya. Tras lo cual abandoné
la residencia de la devota señora.
Lentamente las piezas del rompecabezas iban encajando. La relación de
las serpientes con el vudú, el significado de los dibujos, la conexión
del vudú y los asesinatos. Creí llegado el momento de relajarme un
poco e investigar el asunto de mi presunto pariente alemán.
En casa de la abuela, visité de nuevo el desván en busca de pruebas
de la relación de la familia Ritter con la mía. Empecé a darle
vueltas al extraño reloj. Tras colocar las manecillas marcando las
3:00 y darle a la llave, con el dragón en las doce, se abrió un
compartimento secreto. (Drei Drachen...). Tras recoger la foto y la
carta del interior, revisé ambas. ¿Qué demonios quería decir
SCHATTENJÄGER?
Había llegado el momento de interrogar a la abuela sobre la
ascendencia alemana de la familia. Heinz Ritter era el nombre del
abuelo. Heinz Ritter equivale a Harrison Knight. En cuanto al Wolfgang
de las llamadas desde Alemania, la abuela no le conoce, pero como el
abuelo dejó un hermano en Alemania, no descarta la posibilidad de que
efectivamente se trate de un pariente.
Naturalmente se imponía llamar a Alemania, a W.Ritter. El tal
Wolfgang intentó convencerme para que fuese a su casa en Schloss
Ritter, pero al no poder me pidió que le dejase enviarme un paquete,
conteniendo los diarios de un antepasado común, que podía iluminar
mi comprensión. Tanto hablar de premoniciones y asuntos místicos me
aburrieron sobremanera, y tan sólo accedí a que me lo enviase para
concluir la costosa llamada internacional. A menudo pienso que de
haber accedido a su primer deseo, refugiarme en Alemania, mucha gente
habría sobrevivido. Pero mis ojos aún estaban ciegos a la maldad que
me amenazaba a mí... y a muchos otros.
Una vez aclarada la cuestión, creí llegado el momento de ahondar en
la investigación policial de los asesinatos. Mosely podría agradecérmelo.
Aunque no era nada probable que un policía se alegrase de que un mero
novelista le pisase con éxito el terreno. Así que volví a hablar
con Magentia, y le pedí que me hablase de las serpientes en general y
de la suya en particular, Grinwald. Tras pedirle que, como
fanfarroneaba de ello, hipnotizase a la serpiente, me fue posible al
fin recoger la muda de piel de serpiente de Grinwald. Analizada usando
la lupa, comprobé que no se parecía a la hallada en el lugar del
crimen. Quedaba analizar la del Dr.John.
Concluí las investigaciones del día entregándole a Sam, el jugador
de ajedrez, el molde del brazalete para que me hiciese una réplica.
Aquella noche, Malia acudió a mi morada. A pesar de los vanos
esfuerzos por disuadirla de la entrometida Grace, acudió. La noche
ocultó nuestra pasión a los ojos de los mortales... pero no de
ciertos espíritus malignos.
Día 4
Grace se muestra excesivamente interesada por los hechos de
la noche anterior. Tras sortear sus intentos de sonsacarme como pude,
me comunicó que había investigado sobre el vevé en la hemeroteca.
Había hallado un recorte de periódico del año 1.810 en que se
hablaba de unos asesinatos rituales parecidos a los actuales, y con un
dibujo demasiado parecido al vevé actual.
Desgraciadamente no era la única novedad. Un tipejo se obstinaba en
mirar descaradamente por la ventana, ignorando las buenas costumbres.
En vano traté de amenazarle y de ser grosero con él, mantuvo su
odiosa actitud. Sin darle más importancia que la de ser un chiflado,
traté de distraerme leyendo el diario. Y entonces monté en cólera.
¡Ese idiota de Mosely había cerrado el caso! ¡Increíble!
Visité a Mosely en comisaría, víctima de un ataque de furia. Le pedí
que reabriera el caso, a pesar de las presiones que, según me dijo,
sufría desde las altas instancias del poder de la ciudad. Pero me
pidió que le demostrase que existía un culto vudú en la ciudad, que
tal culto podía constituir una amenaza a la ciudadanía y pistas
sobre el culto.
Le mostré el recorte de diario que me había dado Grace, para
demostrarle que la amenazaba existía, más, aun aceptando mi punto de
vista, me dijo que no era suficiente. Enfadado, pero resuelto a
obtener lo que se me pedía, me largué de su despacho dando un
portazo.
Me acerqué a Casa Napoleón para que Sam me diera su réplica del
brazalete.
Después visité Jackson's Square. Por ahí deambulaba, entre toses,
el traficante llamado Crash que el día anterior había tratado en
vano de interrogar el incompetente de Mosely. Algo tramaba, así que,
para impedir que por sentirse vigilado actuara disimuladamente, me
dirigí hasta un mirador cercano, desde el cual le vigilé con ayuda
de los catalejos, observando que tramaba algo con el percusionista de
color de la plaza, tras lo cual se fue a la Catedral. Mm.
Entré en la Catedral. Crash estaba sentado en uno de los bancos,
rezando aparentemente. Mi primera idea de que tal vez estuviese
traficando con drogas dentro del sagrado recinto desapareció al ver
su rostro y su aspecto. Parecía estar muriéndose, agonizando. Intenté
hablar con él, pero parecía demasiado atemorizado como para confiar
en nadie... y menos a alguien a quien sólo conocía de su visita a
unas dependencias policiales. Sólo tras mostrarle la réplica que
hiciera Sam del brazalete en forma de serpiente accedió a dejarse
interrogar por mí.
Dijo que sin la señal de la serpiente no se podía ni entrar en los
ritos vudús. Tras hablarle de serpientes sólo fue capaz de mascullar
Damballah. En cuanto a qué tramaban él y el percusionista, me explicó
que usaban los tambores rada, y que los miembros de la secta los
usaban para comunicarse entre ellos mediante un código secreto
musical, mientras los percusionistas, discreta y estratégicamente
distribuidos por toda la ciudad, eran sus ojos y oídos por todas
partes. Insistí sobre el tema del hounfour secreto hasta que admitió
que estaba bajo tierra, y que existía una mafia vudú. Tan sólo les
vio una vez fuera... en el lago.
Tras lo cual, expiró. Un examen rápido de su cadáver mostró que
había muerto asfixiado. Tras levantarle la camisa encontré su
tatuaje de serpiente, el símbolo de Damballah, que posibilitaba
entrar en los rituales. Usando el cuaderno del abuelo dibujé un
boceto, y me retiré del sacrosanto lugar.
Todas las evidencias me lo mostraban, pero aun estaba ciego a la
verdad. Los remordimientos atormentan mi conciencia... ¡Ojalá
pudiese quemar mis recuerdos como hojarasca seca! Mas me he prometido
a mi mismo relatar esta historia entera y debo seguir... diciendo que
esa noche volví a ver a Malia y a... gozar de su compañía.
Día 5
Grace me avisa de que acaba de llegar un paquete de Alemania. Supuse
acertadamente que se trataba del bulto prometido por Wolfgang, mi
pariente recién encontrado. En su interior había una carta y un
diario. Grace me ruega encarecidamente que los lea. Me enfadé al
saber que ya los había leído ella, "pues el paquete había
llegado abierto". Las argucias femeninas eran transparentes para
mí, pero mi enojo se calmó rápidamente al haber halagado a mi
vanidad masculina con su preocupación por mí. En ese momento recibí
una llamada: mi académico amigo Hartridge me llamaba desde su
despacho de Tulane, víctima de un estado de excitación próximo al
paroxismo. Me citó en su despacho y me conminó a ir allí rápidamente
hacia allí. Pero yo no le hice caso, y a veces aun veo en sueños su
rostro acusándome a mí... pero no adelantemos acontecimientos.
Tras la lectura matutina del diario de N.O. y encargar a Grace que
investigara sobre los tambores rada y su código, inicié la lectura
de los documentos enviados por Wolfgang. La carta me rogaba una
lectura del diario de Gunter Ritter, cosa que inicié al instante, más
que interesado, deseoso de concluir con ese enredo y poder dedicarme a
mi investigación. El diario relata la vida de Gunter, cazador de
brujas. La bella Tetelo, bruja a la que debía quemar, pero a la que
ayudó a salvar la vida pues estaba enamorado de ella. No obstante la
traicionó, y ella se lo pagó quitándole el sagrado talismán.
Todo me pareció en un primer momento sobremanera estúpido. ¿Qué
tenía que ver todo aquello conmigo? Pero camino de Tulane empecé a
relacionarlo con mis pesadillas nocturnas, y un sudor frío inundó mi
espina dorsal.
Una vez en el despacho del académico, comprobé que una vez más la
muerte había sido más rápida que yo. Yacía, blanco como la nieve,
de un modo muy parecido al desafortunado Crash. DEMASIADO parecido.
Más escalofríos recorrieron mi espinazo. La gitana, Crash, Hartridge.
Parecían carteles de neón que anunciasen la huida del maldito país.
Pero aun mi curiosidad era más fuerte que el miedo, y superando mi
aversión registré el lugar. Hartridge ya no podía contarme nada,
pero yo podía intentar reconstruir sus investigaciones.
Sobre su mesa encontré una hoja. Tras recogerla, me di cuenta de que
se trataban de algunas notas recogidas al azar: Damballah, Ogoun
Badagris, Tribu Agris, República de Benim.
Creí llegado el momento de volver a visitar a Mosely. Le entregué
las notas de Hartridge para que les echara un vistazo y comprobase que
el origen africano del culto quedaba demostrado. Tras comunicarle las
muertes de Crash y Hartridge, aun me continuaba pidiendo pruebas de
que el culto existía en realidad. Bien, este incrédulo de Mosely
parecía dispuesto a que me inmiscuyera más aun en toda esta basura
animista.
Me encaminé entonces al Museo. Estaba todo a oscuras, y penetré sin
pensarlo en su interior. Cuando me quise dar cuenta, la pitón del
Museo se me cayó encima... y parecía hambrienta. Quizás tan sólo
estuviera enfadada conmigo. El caso es que si no hubiese podido
accionar el ventilador pulsando el botón, la serpiente me hubiese
convertido en pulpa. Tras librarme de la serpiente apareció el
Dr.John, convertido en un mar de excusas. No pude evitar pensar que el
accidente había sido provocado, mas sus anchas espaldas me impedían
replicarle de la forma que hubiera deseado.
De vuelta a la librería para librarme del susto, Grace me quita de
encima una cosa que tenía enganchada en la cara y la tira al
cenicero. Tras recogerla con las pinzas y ampliarla con la lupa,
resulta ser una escama de serpiente. Comparándola con la hallada en
el lago, resultan IDÉNTICAS. Vaya, parece que el Dr.John tendrá que
explicar muchas cosas. Efectivamente, tras mostrarle a Mosely las dos
escamas, decide reabrir el caso.
Esa noche intenté hablar por teléfono con Malia... mas no pude
contactar con ella.
Día 6
El día empezó con muy malos presagios. Algún adepto al vudú
dejó un regalo sangriento y de mal gusto sobre la alfombra de mi
querida librería, asustando de muerte a Grace.
Tras limpiar los restos de gallina agonizante, plumas, sangre y tiza,
Grace me dio el libro sobre los tambores rada que pidió como
resultado de mi petición de que los investigase.
Una carta se coló por el buzón de la puerta. Tras recogerla y
abrirla, resultó ser una que contiene una nota de Mosely y una llave.
La lectura de la nota sirvió para comunicarme que Mosely había
tenido serias dificultades, por parte del Ayuntamiento y del
Departamento, para seguir sus indagaciones. Así que se tomaba unas
vacaciones pero me mandaba una llave de su despacho, por lo que
pudiese necesitar.
Tras la lectura habitual del periódico vespertino, me encaminé a
Jackson's Square, y usando el libro rada para descifrar el contenido
del mensaje que éste mandaba con su tambor, descubrí LLAMAR A CÓNCLAVE,
ESTA NOCHE, PANTANO. Perfecto, ahora conocía el dónde y cuándo podía
contemplar en primera fila un ritual vudú, y recoger pruebas de la
existencia tanto del culto como de la mafia vudús. La cuestión era
el cómo. Supuse hábilmente que el departamento de policía no me
dejaría registrar el despacho de Mosely alegre e impunemente, así
que debía idear una maniobra de distracción. En la plaza descubrí
al vendedor de "beignets" ocupando la plaza del ahora
desaparecido vendedor de "hot dogs". Tras conversar con el
brevemente, le persuadí de que cambiase su puesto de venta a otro
lugar... más cercano a comisaría.
Efectivamente, en comisaría, en cuanto vieron al vendedor de "beignets",
y como ya viera hacerlo en una visita anterior a esas dependencias,
tanto Frick como Franks se lanzaron a la caza de esos pastelillos. ¡Después
de todo, son una especie de "donuts" locales! Lo cual le iba
bien al negocio del vendedor... y al mío, pues al dejar desguarnecida
la comisaría, pude entrar en el despacho de Mosely tras abrir la
puerta con su llave.
Nota de El Bárbaro:
algunos de vosotros podéis experimentar problemas para entrar en el
despacho de Mosely, Resulta que la velocidad de los ordenadores
actuales no es compatible para realizar esa acción! Por lo que
deberemos buscar un relentizador de CPU o usar una partida salvada
de alguien con un 486.
Ya que tan amablemente había sido invitado a saquearlo, me dispuse a
desvalijar el despacho de Mosely, pero tan sólo halle un rastreador y
dos emisores de señales en uno de sus cajones. Bien, eso no era
problema. Hubiese preferido un bazooka o un tanque, pero también servían
esos aparatitos a mis propósitos.
El primer paso de mi plan consistió en una inocente visita al Museo,
y aprovechando el despiste del Dr.John, colocar dentro del pequeño
ataúd o SEKEY MADOULE uno de los aparatos de señales. El segundo
paso fue visitar el Cementerio. Un segundo mensaje adornaba la tumba
de Marie Laveau. Tras copiarlo en el cuaderno, y comparar el primero
con el segundo, obtuve una versión traducida. Una vez se fue a barrer
a otra parte el guarda, pude escribir en la pared usando el ladrillo
rojo un mensaje dirigido a los adeptos al rito: DJ ESTA NOCHE CÓNCLAVE
TRAE SEKEY MADOULE.
El tercer paso fue mostrarle a Grace el boceto que hice del tatuaje
del malogrado Crash para que me hiciese una copia en el pecho,
recordando sus palabras de advertencia.
Tras todo esto, no cabía demorar más la visita a los pantanos.
Usando el rastreador y siguiendo el camino que me indicaba, llegué
hasta la zona del ritual. Antes de entrar me coloqué la máscara de
cocodrilo. Allí el Dr.John, que ejercía de maestro de ceremonias y
portero, me dejó pasar tras ver el tatuaje y contestar adecuadamente
a sus preguntas: Damballah y Ogoun Badagris. Y empezó el ritual.
Ante mis ojos, todos empezaron a bailar. La danza más frenética la
realizaba una mujer, casi desnuda, que llevaba una máscara de
leopardo. Dolores de cabeza me atosigaron y tuve que retirar la máscara.
En ese momento la mujer retiro la suya. Sus ojos brillaban de odio
hacia mi persona, pero esa mujer... esa mujer era MALIA poseída por
el LOA TETELO. Riéndose en mi cara, se dirigió a mi persona como el
CAZADOR de BRUJAS. ¿Dónde está tu TALISMÁN? Me preguntó con sorna
y desprecio. Y las sombras cubrieron mis ojos...
Día 7
Me desperté en casa, en la cama de mi estudio. Al principio
creí que todo había consistido en otra de mis pesadillas, pero Grace
estaba allí para confirmarme que todo había sido real... De no ser
por ella, que me había seguido hasta el rito vudú, esos salvajes me
hubieran... Pero Malia... no, no era culpa suya sino de Tetelo, que la
poseía. Sí, eso era, eso debía ser.
Siguiendo el consejo de Grace, llamé a Wolfgang, y mantuvimos una
conversación animada, compartiendo experiencias (principalmente las mías)
y conocimientos (los suyos sobre todo). Sobre todo sobre los Schattenjägers,
o cazadores de sombras; sobre Tetelo, que controla a las descendientes
de su familia a través del poder del talismán; sobre el talismán,
hasta averiguar que probablemente está enterrado junto a los restos
de Tetelo; sobre esto último, no sabía Wolfgang si estaban
enterrados en Nueva Orleans o bien en África, en la tierra natal de
la tribu Gedde. Es entonces cuando le comuniqué que según las notas
de Hartridge debía tratarse de la tribu Agris, de la República de
Benim. Wolfgang pareció excitarse con la idea, y decidió investigar
in situ, pero no sin antes pedirme hacer lo propio en Nueva Orleans.
Tras leer el periódico, y recoger la linterna de encima de la cómoda,
me dirigí al cementerio, al panteón Gedde. El botón de acceso a la
cripta estaba libre de cierres, y pude accionarlo y entrar en el
interior. Antes de entrar oí el ruido de cristales rotos...
En el interior pude superar la oscuridad usando la linterna, que con
tanta previsión había recogido. En seguida captó mi atención una
de las tumbas marcada con el vevé de la tribu. Lo abrí... y encontré
el cuerpo de Mosely en su interior. ¡Mosely! ¿Muerto? ¡Dios! La
sorpresa me embotó los sentidos, y no sentí el golpe hasta impactar
mis sienes.
Tras despertar volví a registrar la misma tumba marcada por el vevé...
pero el cuerpo de Mosely había desaparecido. Eso sí, había quedado
dentro su cartera. Tras recogerla, la abrí encontrando una tarjeta de
crédito. Registré el resto de las tumbas, mas Tetelo Gedde no estaba
enterrada en ese lugar... por desgracia.
De vuelta a la librería, Grace volvió a sugerirme que lo mejor que
podía hacer era poner miles de kilómetros entre los adeptos o
mafiosos vudú y mi persona. De hecho, Wolfgang había llamado antes,
y le había dicho que había encontrado "lo que estábamos
buscando". ¿El talismán, quizás? ¿Los restos mortales de
Tetelo?
Bien, pensé que era un buen momento para el viaje a Rittersberg. Un
INMEJORABLE momento. Así que, usando el número de teléfono de la
agencia de viajes "C" que aparecía en la hoja del listín
telefónico que días antes me diera Grace, mi ángel custodio,
encargué un viaje a Rittersberg y lo cargué a la tarjeta de Mosely.
Los difuntos no se quejan al pagar. Disparado al aeropuerto y...
Rittersberg
Curiosamente estaba muy nevado para ser JUNIO. Aparte de eso,
el enorme castillo bavarés me impresionó. Más comparado con mis
modestas posesiones y mis apuros financieros.
La ¿nodriza? Gerde esperaba mi llegada. Desgraciadamente Wolfgang no
estaba en casa, y ella era de bien poca ayuda, pues no sabía dónde
estaba ni cuándo volvería... ni nada de nada sobre el caso del vudú.
Empecé una somera investigación del castillo. En la cámara que me
habían preparado había una puerta, cuyo portal, ricamente adornado,
incluía una leyenda, un poema en alemán. Tras pedir a Gerde que lo
leyera, intuí que debía proceder a alguna especie de ritual de
purificación para traspasar esa puerta, pues intuía que la cámara a
la que cerraba acceso debía ser la biblioteca de los caza-sombras.
También entré en la capilla, y eché un vistazo a los paneles que
los adornaban. Tras preguntarle a Gerde me explicó que describían el
ritual de iniciación de los Schattenjägers. Tras echar un segundo
vistazo a los paneles, comencé a elaborar otro plan.
Primer panel: agua sobre manos. Tras abrir la ventana de la habitación,
me lavé las manos en la nieve.
Segundo panel: un rizo y un filo cortante. Usando las tijeras de la cámara,
me corte un rizo del cabello. Antes de abandonar la habitación, me
llevé el orinal y el pergamino de la vitrina. De camino a la capilla,
recogí la daga que adornaba la barandilla de la escalera y el salero
de Gerde.
Tercer panel: el cáliz y el océano. Coloqué sobre el altar el
orinal y vacié dentro el salero.
Cuarto panel: sangre sobre cáliz. Me corté con la daga ritual.
Quinto panel: arrodillado. Me arrodillé sobre el altar.
Sexto panel: obvio, leí el pergamino.
Aparentemente, no había sucedido nada, por lo que me fui a la cama
decepcionado, frustrado y cabizbajo. Creía absolutamente necesario
unirme a Wolfgang, donde quiera que hubiese ido, para realizar juntos
las investigaciones pertinentes; más aún, para poder aprender más
del SCHATTENJÄGER actual y el mundo de las sombras malignas.
Mas de noche, mientras dormía, el espíritu de S.Jorge, al que yo había
invocado durante la ceremonia, mediante la lectura del pergamino,
acudió a mí, en una forma terrorífica de dragón. Me conminó a dar
marcha atrás en mi petición, a lo que me negué, pidiendo ser
purificado de mis pecados e imperfecciones para poder llegar al
conocimiento de los cazadores de sombras. Él me advirtió, pero ante
mi determinación accedió a purificarme... y obtuve la llave dorada.
Día 8
Tras levantarme, añorando el fuerte café que Grace me prepara por
las mañanas, recogí la llave dorada que en sueños había obtenido
del espíritu y la usé en la cerradura de la puerta cuyo elaborado y
artístico portal había admirado el día anterior. Efectivamente, la
biblioteca de los cazadoras de sombras de la familia Ritter estaba allí.
Aparte de inspeccionar algunos libros de los estantes dedicados a la
familia Ritter en sí, así como los de ocultismo, me dediqué a
investigar las citas bibliográficas que fui obteniendo, a partir de
la pista que Hartridge me había dado y que pagó con su vida, y que
Wolfgang, al que aún no había visto la cara, había encontrado tan
interesante.
En la sección de Geografía hallé un libro que hablaba sobre la República
de Benim y la tribu Agris. Mencionaba otro libro, que encontré en el
apartado de Sociología, titulado "Los Primitivos" me
condujo a "Antiguas Raíces de África" que encontré en la
sección de Historia. Éste libro mencionaba "Los Adoradores del
Sol" que hallé en los estantes dedicados a Religión y Teología.
La pista me llevó de este libro a "Excavaciones en África",
en Arqueología. Recogí este libro, pues me daba la pista final del más
que posible paradero de Wolfgang: en Benim existe un doble anillo de
montículos de serpiente por el que los locales sienten un profundo
pavor.
Tras mostrarle a Gerde el libro sobre África que acabo de mencionar,
estuvo de acuerdo conmigo en que Wolfgang debía haber ido hacia allí,
por lo que era menester que yo me reuniera con él. Cuatro ojos ven más
que dos. Cuatro brazos pueden más que dos. Etc. Gerde propuso
encargarse de arreglar el viaje, mas tuvimos que volver a usar la
tarjeta de crédito de Mosely (pobre) para sufragar el viaje.
Día 9
Penetré por un túnel en el interior de la rueda o serpiente
exterior.
Tras deambular un rato por el interior circular, observé varias
regularidades: el total de baldosas, puestas o caídas, daban doce;
cada baldosa tenía pintadas un número distinto de serpientes,
precisamente del uno al doce; de ellas, once tenían las serpientes
dispuestas de modo simétrico excepto la "ocho" que las tenía
formando una espiral. Finalmente, la "siete" y la
"doce" no podían sacarse de los lugares en que estaban
clavadas en la pared, a diferencia de las otras diez. Por otra parte,
las posturas de las momias se alternaban cada tres cámaras o
estancias, y eran tres distintas.
Tras dibujar mentalmente estos datos, me di cuenta que los adoradores
del sol habían dispuesto las estancias de modo parecido a un reloj
moderno. Teniendo esto en mente, y recordando el resorte secreto del
reloj del abuelo, y con la referencia de que el "siete" y el
"doce" ya estaban colocados, fui colocando las baldosas de
manera que fueran numerando las estancias correlativamente del
"uno" al "doce", como si fueran los dígitos de un
reloj analógico moderno.
En una de las cámaras encontré un gran bastón cuya forma sugería
una llave. Fui hacia la cámara en la que había encontrado la baldosa
"ocho" (serpientes en espiral) y que ahora tenía alojada en
la pared la "tres", e inserté en el orificio de la baldosa
la "llave". Ruidos de mecanismos chirriantes y placas
deslizantes me dieron a entender que la puerta que estaba en
"siete" se había abierto... pero no era lo único que mi
acción había desencadenado.
No. Para mi horror, la momia que detrás mío debía haber yacido
durante siglos despertó de nuevo a la vida. El zombie me congeló la
sangre con su enfermiza mirada. Parecía sediento de sangre, dispuesto
a arrancarme el corazón aún latiendo de mi pecho. Huí en dirección
norte, hacia "siete"... mas en las otras cámaras también
los zombies estaban despertándose. Corrí más aún, buscando la
salida al exterior en "seis" para pedir la ayuda de mi
chofer nativo, mas los zombies me rodearon allí, bloqueándome el
camino hacia el exterior y hacia las otras cámaras. Era el momento de
un buen ataque para defenderse. Salté hacia las enredaderas que
colgaban flácidamente del techo, y balanceándome con contundencia,
empujé al zombie más cercano, entrando en "siete".
Allí encontré a Wolfgang, que luchaba denodadamente contra tres
zombies empleando una antorcha, Mientras el los distraía, introduje
la "llave" en la baldosa para cerrar la puerta hacia el
anillo interior, que según Wolfgang había deducido, mientras
estuviera abierta mantendría vivos a los zombies.
Afortunadamente, una vez dentro y con la puerta cerrada, los zombies
volvieron a su condición de momias, porque allí había otra que
hubiese bebido nuestra sangre de haber estado "viva".
Aparte de la momia, otra sorpresa nos esperaba en el círculo interno.
Una imponente mesa de piedra, con una tapa encima. La tapa tenía una
artesa cavada en ella, una depresión central con dos canales, cuya
función parecía ser de desagüe. Wolfgang supuso que el uso de esa
artesa sería el de recipiente donde depositar los corazones de los
sacrificios humanos. Unos jeroglíficos alrededor de la mesa de piedra
fueron descifrados por Wolfgang. Se mencionaba en ellos a un ídolo,
que Wolfgang dedujo era la fuente primaria de poder del clan Gedde,
aunque supuso que no lo encontraríamos allí.
Tras intentar mover la tapa entre los dos, sin resultado, recogí las
dos barras de metal que descansaban en el estante de la pared del
fondo, y tras colocarlos en los agujeros laterales de la tapa,
volvimos a intentar levantarla. Wolfgang entonces sugirió que
probablemente estaba sellada mágicamente, y que a menos que un corazón
fuese depositado sobre la tapa, esta no se alzaría.
Tras una corta discusión, decidimos que yo fuese a sacar su podrido
corazón a la momia que yacía en el suelo, probablemente muerta hacía
milenios.
Pero nada más clavar mi daga de cazador de sombras en el muerto pecho
de la momia yaciente, Wolfgang, en un supremo esfuerzo... se arrancó
su propio corazón y lo puso sobre la tapa. Sus palabras durante la
discusión no habían sido razonamientos, sino una despedida. A pesar
de mis gritos, Wolfgang no frenó su autosacrificio. Estaba demasiado
lejos para poder impedirlo. Así que tras levantarse la tapa, y
recuperar el talismán cuya fuerza mágica volvía a estar del lado de
la familia Ritter-Knight, juré solemnemente hacer pagar cara a Tetelo
sus acciones, que tantos sacrificios habían causado a los míos... y
lloré amargamente.
Día 10
Tras encargarme de la repatriación del cuerpo sin vida del
último SCHATTENJÄGER a Rittersberg, tomé el primer avión hacía
Nueva Orleans. Wolfgang me había dicho antes de morir que yo era su
relevo en el odioso cargo de SCHATTENJÄGER. No sabía entonces si yo
sería digno de llevar sobre mis hombros tan pesada carga, pero iba a
intentarlo.
Pero mi corazón ardía en deseos de venganza hacia Tetelo, mientras
que al mismo tiempo, aún amaba a Malia.
Mientras el avión sobrevolaba Nueva Orleans, la vista aérea de
Jackson's Square me dio una idea de dónde el maldito hounfour secreto
se hallaba...
Con la idea de prepararme para el asalto de la fortaleza de los
adeptos al vudú negro de Tetelo, regresé a mi hogar, la librería...
sólo para descubrir que Grace no estaba. Rastros de una pelea me
hicieron intuir la razón de su ausencia. Al lado de la caja
registradora había una nota. La leí. Era de Malia-Tetelo. Me rogaba
que devolviera el talismán, me advertía contra el poder de Tetelo, y
me decía que, aunque su amor por mi era sincero, no podía luchar
contra la posesión de Tetelo, que mantenía a Grace prisionera.
Unos ruidos provenientes de mi estudio me pusieron en alerta. Mientras
la adrenalina era bombeada a todo mi cuerpo, Mosely salió a mi
encuentro. ¿Mosely? Me aclaró que cuando le vi en el interior de la
cripta Gedde, estaba realizando unas averiguaciones por su cuenta. Al
oír ruidos fuera, decidió romper la bombilla y esconderse en una de
las tumbas. Cuando la que le ocultaba fue abierta, reaccionó golpeándome
de modo reflejo, antes de darse cuenta de que era yo el agredido.
(Aunque luego pensara que me lo tenía merecido por haberle robado la
placa).
Empezamos a discutir un plan para poder enderezar la situación.
Acordamos que ya actuaría en vanguardia, localizando el hounfour y
liberando a Grace antes de que Mosely pudiese entrar y reventar el cónclave
vudú, capturar a Malia y acabar con la mafia de la tribu Gedde. Para
ello, le devolví el rastreador, con el fin de que, una vez localizado
el hounfour, colocase un emisor para poder indicar el camino a Mosely.
Antes de irme en dirección a Jackson's Square, eché un vistazo en el
periódico.
En la plaza no hallé ninguna vía hacia el subsuelo, así que empecé
a registrar la Catedral. Uno de los confesionarios tenía una extraña
abertura en uno de los paneles, así que decidí probar el bastón-llave
de Benim. ¡Bingo! Todo el confesionario se convirtió en un ascensor
que me llevó al subsuelo. Tras dejar debajo del reclinatorio el
emisor y el bastón para que Mosely pudiera localizar la entrada al
hounfour, y entrase como yo lo había hecho, penetré en el círculo
externo del hounfour. Otra vez doce estancias, numeradas con unos
paneles usando serpientes como cuenta. La "uno",
"once" y "ocho" necesitaban de algún tipo de
tarjeta magnética para poder acceder a su interior. Principalmente la
"ocho" parecía en extremo sospechosa.
Entrando en la "tres" asistí a la posesión de Malia por
parte de Tetelo sin ser descubierto, y vi que la lucha entre ambas
personalidades, que Malia describía en la nota que Tetelo había
dejado al secuestrar a Grace, era verdadera.
Las salas "cuatro" y "cinco" estaban repletas de
computadoras y material de oficina. Allí encontré, en una cubeta, un
libro de cuentas, que aparte de servir como prueba de las actividades
mafiosas de los adeptos ante el FBI (¡ojalá enviasen a Mulder y
Scully!) me suministró las claves rada de algunos adeptos, incluido
el hermano águila... el Dr.John.
En la cámara "dos" estaba el rey de Roma, orando a los
Loas. Al fondo colgaba de la pared una tarjeta magnética.
Probablemente la que me serviría para poder acceder a las
habitaciones cerradas.
Tras ver el pequeño estabulario que mantenían los adeptos en la sala
"diez" con sus mascotas y las víctimas animales de los
sacrificios, encontré en la sala "siete" un almacén. Tras
recoger de allí dos túnicas y dos máscaras, con el objeto de que
Mosely y yo pudiésemos disfrazarnos de adeptos, penetré con sigilo y
precaución en el círculo interno. Afortunadamente nadie estaba allí.
El circulo estaba desierto, aparte del tótem tribal, una mesa análoga
a la del círculo interior en Benim, y dos juegos de tambores rada. Usé
uno de ellos para enviar un corto mensaje: CONVOCAR HERMANO ÁGUILA
Volví al círculo externo tratando de no tropezarme con el Dr.John, y
tras penetrar en su estancia y robarle la tarjeta, accedí primero a
las salas "uno", donde el producto de las actividades
mafiosas de los adeptos se traducía en grandes cantidades de dinero,
del que tomé una pequeña parte prestado, hasta que creí haber
cogido bastante para acabar con mis apuros financieros y los de
Rittersberg, tal vez incluso pagar el "préstamo" que Mosely
me había concedido por el "usufructo" de su tarjeta de crédito;
y en la "once", donde observé con horror y espanto el
resultado de algunos... experimentos, tal vez más bien sádicos
sacrificios humanos Finalmente, con los tambores de fondo convocando
reunión en el círculo, entré en la sala "ocho". Allí
encontré a Grace. Allí se nos unió Mosely.
Grace estaba en un estado de aturdimiento profundo, postrada en la
cama, casi en coma. Pero los poderes del talismán la reanimaron.
Elaboramos rápidamente un plan, y tras darle a Mosely su disfraz me
puse yo el mío... a tiempo, pues el "hermano águila"
penetró en la sala en ese preciso instante.
Tuvimos que acompañarle al círculo interno, donde el ritual ya
estaba avanzado. Queríamos sorprenderles y llevarnos a Malia antes de
que Tetelo la poseyera, pero llegamos tarde para eso. Nos mantuvimos
indecisos, a la expectativa, sin saber qué hacer mientras el ritual
iba siguiendo su demoníaco curso. Para cuando quisimos darnos cuenta,
Tetelo estaba a punto de sacrificar a Grace sobre la mesa ritual.
En ese momento reaccioné. Usé el talismán para que su magia
apartara a Tetelo de Grace. Fue más la sorpresa que el talismán la
que mantuvo a Tetelo inmovilizada el tiempo suficiente para que Grace
escapase de la mesa y se dirigiese hacia Mosely. El talismán estaba
demasiado lejos de ella como para que su magia pudiera afectarla.
Sin embargo, aunque ella no podía acercárseme, si podía hacerlo el
Dr.John, con sanguinarias intenciones. Pero no contó con Mosely, que
disparó su magnum sobre el cuerpo semidesnudo del voluminoso adepto,
matándolo. Cayó, convertido en un surtidor de sangre y vísceras,
sobre la mesa ritual... y accionó su maligno mecanismo, dejando al
alcance de mis manos el ídolo mencionado en los jeroglíficos de
Benim, al que era menester destruir, según las palabras de Wolfgang.
Tetelo no era tan fácil de destruir. Usó su magia sobre Grace y
Mosely para inmovilizarlos, y se colocó entre mi persona y el ídolo
cortando mi avance hacia allí. Mientras amenazaba con matar a mis
amigos, me mantenía a raya con su látigo, por lo que no podía usar
el talismán para alejarla.
Si quería el talismán, iba a tener más talismán del que deseara.
Lo lancé, por encima de su cabeza hacia Mosely, rompiendo el hechizo
que los mantenía inmovilizados. También esta acción hizo que Tetelo
se apartase de ellos para huir del poder del talismán... pero eso
mismo la acercaba a mi posición.
Tras pedir a mis amigos que huyesen para salvarse, quedé a merced del
maligno Loa. Me hizo arrodillar, y mientras mantenía asida con su
mano mi cabeza tirando de mis cabellos, sosteniendo con la otra la
daga ritual dispuesta a inmolarme a algún oscuro diosecillo en acto
de venganza, mis manos tantearon la mesa que por fin había quedado a
su alcance, y asieron el ídolo, que destrocé con rabia lanzándolo
contra el suelo. Una gran confusión se produjo entonces. La tierra se
abrió por todas partes, apareciendo grietas que comunicaban el círculo
con abismos insondables que parecían conducir al mismo infierno. El
poder vudú de la tribu se había desvanecido. Colgando del borde de
una de las grietas, asida por las dos manos, Malia mantenía una lucha
esquizoide con Tetelo, que prefería la muerte de las dos a la
derrota. Intenté ayudar a Malia, asiéndola por el brazo...
This
Is The END, My Only Friend, The END
a
aaaaaa
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